José Albuccó, académico de la Universidad Católica Silva Henríquez y creador del blog Patrimonio y Arte.
“No importa la raza, todos somos iguales” se denomina la obra de Shelby Henderson -joven artista plástica afroamericana- que fue escogida para ser utilizada como la representación visual de la 36° Marcha y Celebración Anual de Martin Luther King Jr. de la ciudad de San Antonio, en Texas, actividad que busca mantener en la juventud el mensaje en favor de una democracia inclusiva y justa del afamado activista de la comunidad negra.
Se trata sólo de un ejemplo de las miles obras y expresiones artísticas que exaltan en Estados Unidos la memoria del líder del movimiento de derechos civiles, que este 15 de enero habría cumplido 95 años. Esta conmemoración nos convoca a reflexionar en torno a lo fue su trayectoria política y social, caracterizada por la acción no violenta, inspirada en el paradigma de Gandhi, cuya manifestación más icónica ocurrió en el verano de 1963, con la histórica marcha sobre Washington, que congregó a 250.000 personas.
Allí, al pie del Lincoln Memorial, Martin Luther King pronunció el más célebre y conmovedor de sus discursos, conocido por la fórmula que encabezaba su visión en torno a un mundo más justo: ”I have a dream” (“Tengo un sueño”). Esas palabras le valieron la concesión en 1964 del premio Nobel de la Paz y provocaron, al mismo tiempo, su asesinato a manos de un racista.
Hoy en día podríamos rescatar sólo uno de los párrafos de su alocución de dicha jornada, que resulta totalmente contemporáneo pensando en el devenir actual de nuestro país y otros rincones del mundo. Cuántos ciudadanos tienen un cheque sin fondos, un cheque que ha sido devuelto con el sello de "fondos insuficientes", se preguntaba el pastor de la iglesia bautista para graficar las deudas de la sociedad norteamericana de la época frente a la promesa consagrada en la Constitución de que todas las personas tienen garantizados derechos inalienables. Pero, agregaba, “nos rehusamos a entender que el Banco de la Justicia social está quebrado. Nos rehusamos a creer que no hay suficientes fondos en las grandes bóvedas de la oportunidad de cada país. Por eso hemos venido a cobrar este cheque; el cheque que nos colmará del patrimonio de la libertad y de la seguridad de la justicia”.
Martin Luther King está vivo en la cultura urbana norteamericana. Así lo testimonian los variados murales dedicados a su figura que resaltan en paredes de iglesias, edificios abandonados, pequeños almacenes, sitios eriazos y otros espacios públicos de barrios pobres de las ciudades de EE.UU. Es el homenaje del pueblo norteamericano a uno de sus más célebres compatriotas, constituyendo expresiones artísticas que animan a los espectadores a la autorreflexión, a mirar hacia adentro para considerar el significado de su legado, la trascendencia y vigencia de sus palabras: “sueño, sinceridad, audacia, deseo, valentía, unidad, gratitud, responsabilidad, devoción y cambio”, por citar sólo algunos conceptos que marcaban su lucha por la justicia social.
La enorme figura de King resiste al paso del tiempo. En la actualidad, en este largo y angosto territorio del sur del mundo, nos invita a preguntarnos sobre qué cambios esperamos este 2024 con vista a avanzar hacia una sociedad respetuosa de los derechos inalienables de todos y todas, y qué responsabilidad asumiremos para gestar un mejor país. A nivel personal, yo aún tengo un sueño: que la libertad y la justicia social sean un patrimonio del que disfruten todos los habitantes de nuestra patria.