Con la segunda parte de la trilogía El viaje de Yene (ballena), Teatro Pichiche vuelve a las tablas después de dos años, gracias al financiamiento de los fondos de cultura 2021. A través de sombras, música en vivo y diversas experiencias visuales y sonoras, el montaje cuenta la llegada de YENE al mar y la travesía que realizará para encontrar a su familia.
Invitados por la comunidad huilliche, Monfen -en el territorio de Yaldad, Chiloé, Región de Los Lagos-; en febrero de 2019 Teatro Pichiche realizó una residencia artística como primera parte de su trilogía El viaje de Yene (ballena). Tras presentar, durante 2015, su primera parte Yene: capítulo mapu, y luego de dos años alejados de las tablas, este martes 11 de enero a las 17 h, estrenan su segunda parte Yene capítulo lafken, en Taller Siglo XX Yolanda Hurtado.
El montaje es una investigación y creación colectiva de autoría de la compañía, que explora distintos lenguajes -como el teatro de objetos, de sombras, musical y la expresión corporal-, que tienen como objetivo invitar a los espectadores a viajar en conjunto con la protagonista por el fondo del mar. De esta forma recorrerán por 30 minutos su entrada en el océano y conocerán a sus nuevos amigos, siendo testigos de los peligros que allí le esperan.
"En este capítulo siempre quisimos hablar sobre los riesgos que viven las ballenas en el mar. Pensamos en muchos tipos diferentes, tuvimos varias reuniones con biólogas marinas y llegamos a la conclusión de que el gran peligro para las ballenas somos nosotros los humanos. A través de nuestras actividades y la organización de nuestras sociedades vamos dejando contaminación en el mar. El uso de plásticos, su posterior degradación en microplásticos van afectando profundamente su vida. Nuestro llamado es a ser responsables y respetuosos con animales que conviven con nosotros", dice su director, Ricardo Parraguez.
El proyecto Teatral Pichiche se focaliza en generar experiencias significativas para la primera niñez (0 a 6 años), permitiendo a sus públicos conectarse a través del desarrollo del lenguaje corporal, sonoro (vibraciones, ritmos, musicalidades y vocalizaciones), y visual (luces, formas, colores, objetos y texturas), para establecer vínculos emocionales consigo mismos y el entorno. Así, por medio del ejercicio de la teatralidad, poder comunicar, asombrar, mantener la atención y entrar a estados sensibles que permiten estimular la imaginación y el completo desarrollo del ser.
"Es importante para nosotros hacer teatro para la primera infancia porque al hacerlo, estamos pensando en su primera experiencia en el teatro y esperamos que se enamoren tanto como nosotros de él, y puedan volver y ser parte de la cultura teatral", concluye.